Jardines de Santa Clotilde

Los jardines de Santa Clotilde se encuentran situados en Lloret de Mar, en un anfiteatro natural abierto al mar. Ocupan una extensión de 26.830 m2 y su explanada superior está situada a 50 metros de altura respecto al mar. En la actualidad son propiedad del Ayuntamiento de Lloret de Mar.
A comienzos del siglo XX, el doctor Roviralta adquirió los terrenos para construir una casa y unos jardines, cuyo diseño fue encomendado a Nicolau Maria Rubió i Tudurí, quien, con el tiempo, sería el máximo exponente del paisajismo catalán.
Los jardines de Santa Clotilde se realizaron siguiendo el modelo del jardín renacentista italiano: jardines escalonados en terrazas, con amplias vistas exteriores y vegetación autóctona ordenada armónicamente. Este jardín es un claro exponente del espíritu del movimiento novecentista catalán.
El equilibrio entre espacio, volumen y color queda completado por algunos elementos ornamentales que configuran varios puntos de interés, de gran belleza estética.
Los elementos del jardín
El jardín está formado por un conjunto de elementos que básicamente son: la vegetación, las esculturas y el agua, así como los pavimentos y el mobiliario.
La vegetación
En Santa Clotilde es importante destacar el predominio de las especies de clima mediterráneo. Se utilizan sobre todo árboles y arbustos de hoja perenne, jugando con las distintas tonalidades del color verde que ofrecen los pinos, cipreses, cedros, entre otros, que contrastan con los cambios estacionales que ofrecen los caducifolios como los tilos o los álamos. Otro aspecto a destacar es el uso del arte topiario (recorte sistemático de las plantas) para crear espacios arquitectónicos: los impresionantes cipreses de forma columnar o los parterres de pitosporo.
Las esculturas
Aparecen en el jardín creando distintos puntos de interés. Se encuentran grupos escultóricos relacionados con el agua, como las sirenas en bronce de Maria Llimona en la escalera principal. En las plazas y miradores se hallan bustos de inspiración clásica, sobre pedestales cubiertos de hiedra.
El agua
Junto con los elementos escultóricos, sirve de hilo conductor del jardín y se pueden destacar dos formas de encontrarla: como agua en movimiento (surtidores de la escalinata principal y del estanque superior) o formando láminas de agua (estanques situados en lugares estratégicos, como las plazas y terrazas).
El jardín en el paisaje
En los ejes principales del jardín (las tres escaleras que bajan hacia la placeta central) y en la explanada superior, la vegetación adquiere una función tanto estética como arquitectónica, al mismo tiempo que escultórica. Las vallas vegetales formadas por cipreses conforman paredes que canalizan la visión del espectador, para subrayar distintas panorámicas, como la bajada hacia el mar, potenciada por la presencia de las sirenas y los surtidores de agua.
En cuanto a la gran explanada superior de acceso a la casa, las inmensas columnas y las altas paredes, ambas de cipreses recortados, crean un paisaje exagerado, de naturaleza dominada. El efecto teatral se amplifica con el juego de colores: azul del cielo, verde permanente de la vegetación y blanco del suelo, esculturas y álamos.
A ambos lados del eje principal, el jardín adquiere un aspecto más “natural”. Los parterres de hierba con grupos de árboles dispersos, dispuestos en suaves pendientes, sirven de puente de unión con el paisaje exterior.
Esta ordenación ofrece amplias perspectivas que se pueden contemplar desde las placetas repartidas por el jardín, siempre cambiante según el punto de vista del observador.
El mantenimiento de este paisaje precisa de una constante aportación de energía antrópica, recortando la vegetación, limpiando y peinando el suelo.
Al hallarse en un anfiteatro natural, los jardines de Santa Clotilde ofrecen una amplia panorámica del paisaje exterior. Los miradores situados sobre el acantilado muestran una vista del paisaje marino y de buena parte del litoral.
La utilización de algunas de las mismas especies que crecen en el paisaje circundante, hace que, en ocasiones, sea difícil descubrir dónde acaba el jardín y dónde empieza el paisaje natural.